PERDONAR







Hace un rato alguien me preguntaba cómo se perdona. Y no se me ocurre otra forma de explicarlo que responder “queriéndose mucho”. Perdonar es quererse porque supone quitarse una espina clavada, una punzada que nos recuerda el dolor y el desengaño. Perdonar es arrancarse la mirada del otro de encima y dejar de pedirle que te valore, que te mida, que te tase y te ponga precio. Es un acto de amor contigo mismo, un acto de respeto por lo que eres y por lo que son las personas. Un acto de comprensión hacia otro que acaba rebotando en ti y llenándote de paz.

¿Cómo se perdona? Queriéndote tanto que te des cuenta de que la opción de no hacerlo supone seguir atado a alguien que sigue hurgando en tus heridas cada vez que recuerdas su agresión y renuevas tu votos de "NO PERDÓN".Valorar tanto tu tiempo que sepas que no hay un segundo que perder recordando la ofensa, que no hay un minuto de tu vida que ocupar pensando en las razones de otro y dejando tus ilusiones. Abrazando tus errores y dándote cuenta de que todos somos imperfectos y nos equivocamos y que eso forma parte de una aprendizaje infinito que la vida nos pone delante.

Se perdona porque el dolor de no perdonar es tan intenso que rompe por dentro y escribe palabras terribles en las paredes de tu alma. Cuando dependes tanto de esa persona por no ser capaz de soltar el recuerdo que a cada paso se abre el suelo bajo tus pies. Cuando te daS cuenta que no perdonar te duele más a ti que a nadie.

Asumir tu poder sobre tu vida y dejar de poner en manos de otros tu felicidad, perdonar es vivir en el presente y dejar de visitar el pasado para reabrir heridas y culparse por no alcanzar una perfección insoportable e inasequible, perdonar es vencer sin luchar. 

Perdonar es darse permiso a uno mismo para que las palabras de otro no te arañen, es desactivar la tecla la tecla que otros tocan para alterarnos y modificar nuestro ánimo. Es recuperar tu poder para decidir cómo y cuándo actuar, es dejar de ser reactivo para tomar las riendas y ser consciente de qué emociones viven en ti y de todo lo que puedes aprender de ellas.

Es decidir que lo que nos hace vulnerables nos da la oportunidad de crecer y aprender y que mostrar nuestras debilidades sin temor las convierte en fortalezas. Perdonar es ponerse en el lugar de otro y poder ver que la realidad tiene muchas caras.  Es deshacer el nudo que mantenemos prieto y que nos ahoga y comprime. Es desandar el temor a no gustar y no merecer. 

¿Cómo se perdona? decidiendo que no te duele porque no va contigo. Que no se puede cambiar el pasado pero que el presente depende exclusivamente de ti.  Que no permitimos que nadie nos diga quiénes somos ni qué debemos sentir, que vamos a coser nuestras heridas y descubrir nuestra grandeza, que sepamos que estamos de nuestra parte y no nos ponemos la zancadilla, ya nadie podrá decirnos nada que nos aparte de nosotros mismos.

Se perdona cuando se comprende que a veces no hay nada que perdonar, que si quieres salir adelante no hay más remedio que quitarse la capa del miedo que te hace invisible, y ponerse la de persona que confía en sí misma, la de persona extraordinaria que escoge sentirse siempre digno pase lo que pase, la que en el fondo no necesita capas para esconderse. 

Se perdona cuando te das cuenta que perdonar es perdonarse, cuando aceptas que a veces para seguir adelante hay que renunciar a tener la razón y a ganar una guerra que no tiene sentido, se perdona soltando el amarre que nos ata al dolor en el que a veces nos sentimos cómodos porque buscamos compasión.

Se perdona soltando el lastre y dejando que lo que lleva el río llegue al mar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

REFLEXIONES

EL TREN SOLO PASA UNA VEZ EN LA VIDA

Me río yo de GREY....y su habitación roja