LA ULTIMA CITA



Su instinto le dijo que nada estaba bien, sus sospechas no eran infundadas después de tantos años la conocía bien, ese silencio no era habitual, podría adivinar sus movimientos, era pura rutina, había pasado mucho tiempo observándola mientras ella reía, contaba y vivía su día a día en un interminable ir y venir de personas.

Había descubierto que tenía una capacidad de contagiar vitalidad a todo aquel que se acercara a su vida, realmente siempre lo supo, eso es lo que más le gustaba de ella, su descaro, su locura, su inquietud, y ese sentido de humor que la hacía distinta, pareciera como si su vida fuera un película con final feliz, siempre contenta en su perfil facebook.



Por eso cuando encendió esa tarde el ordenador y comprobó su estado, sintió que un escalofrío recorría su cuerpo, no podía ser... !nada!, abrió y cerro el programa, pensando que igual existía un fallo en su bandeja quizá por falta de señal, comprobó su router, todo parecía estar en orden, comprobó sus mensajes los recibidos ya los había leído, saco el teléfono de su bolsillo lo colocó encima de la mesa, volvió a abrir su whatsapp nada tampoco en diez interminables días, ¿era todo tan extraño?

Tal vez había tenido una larga semana de trabajo, quizá estaba en algún corto viaje que se había olvidado comentarle, en la actualidad no tenían grandes charlas, aunque hace un tiempo si lo fuera, pero cada uno desde hacía varios años sabía del otro a un toque de ratón, un correo, un whatsapp.

Por su cabeza paso una idea peregrina y si ¿la llamaba? dudo y espero prudente alguna señal menos drástica, aunque lo haría si no tenía pronto noticias, !ya lo creo que lo haría! intento ordenar sus pensamientos, su hija adolescente se había acercado a su hombro para preguntarle unas dudas sobre lógica que estaba estudiando, él por precaución cambio la página en su portátil, no quería reflejar preocupación y puso nuevamente el juego que tantas horas del día le entretenía.

Volcado en su trabajo y su familia pasaron cinco días más, cuando tenía un segundo pensaba para sí que algo estaba ocurriendo, su instinto se lo decía, la idea le asaltaba en la noche consiguiendo despertarle sobresaltado en un sueño intermitente.

No esperó más, a la mañana siguiente se armo de valor, busco un sitio sin ruidos con cierta intimidad, y marco su número de teléfono, la contestación no se hizo esperar, una voz de hombre se oía al otro lado repitiendo, ¿digame, digame?, colgo en el acto, sus presentimientos no eran buenos, realmente algo ocurría.

¿Y como? se repetía una y otra vez ¿podría saber que estaba pasando?, sus desvelos tuvieron sus frutos, mientras repasaba sus noticias y enlaces a la mañana siguiente de repente apareció un mensaje en el lateral de alguien que preguntaba por ella que le intranquilizó más aún decía algo así:

" la enfermedad es complicada, lleva en UCI, más de diez días". (fin del mensaje).

Noto como su cuerpo se vaciaba de repente las emociones le subían hasta su garganta, sus cansados ojos se volvían más cristalinos.

No podía ser, el destino le estaba gastando una broma, tenían una cita pendiente, y así lo hablaban una y otra vez, siempre posponiéndolo, su trabajo, mi trabajo, mi familía, su familia, puros convencionalismos que ya casí estaba dispuesto a tirar al traste, ¡justo ahora pensó¡, no encontraba ninguna solución, ¿como viajar hasta allí pensaba?, pero tenía que hacerlo, no podía quedarse sentado de brazos cruzados, ¡no quería¡.

En el fondo la quería, la había querido siempre, no quiso reconocerlo, pero era su gran verdad, no podía dejarla morir sin verla por última vez no se lo perdonaría en la vida.

Después de horas interminables de viaje y paseos por uno y otro hospital en calidad de donante y haciendo uso de una memoria prodigiosa, recordó como hacía tiempo le había contado algo sobre unas pruebas sin importancia que en su whatsapp pasaron como una simple conversación de amigos.

Hola ¿Como estas? 
¿que tal fueron esas pruebas?
todo bien imagino?
Si gracias vengo ahora del Hospital de...

Cuando fue a preguntar a recepción sus manos estaban nerviosas, dió los datos de la paciente, y la respuesta obtenida fue muy fría, tiene las visitas restringidas, es Ud familiar?, alicaído se acomodó en unos sofás de la entrada, tomó contacto con la realidad y pudo poner oídos una conversación que era de su interés.



¡Pobre chica¡, los médicos dicen que quizá no dure más de 48 horas, que ha sido preguntó su acompañante, dicen que un fallo multiórganico, la familia esta destrozada llevan más de 20 días así, con ligeras recuperaciones pero nada estable, ahora acabo de ver bajar a la familia, supongo que irían a comer algo.

No lo pensó dos veces, aquel hombre se dirigió hacía las puertas oscilobatientes del final de la sala, seguido por su instinto entre carteles y pasillos, y una voz le dijo, ¿a donde va? soy familiar de.... mintió, el corazón se le salía, las palabras de la enfermera recien entrada de turno, y en su segundo día allí sonaron en su cabeza como música celestial, esta bien¡¡¡ tercera sala, coja patucos y mascarilla y por favor no más de diez minutos ¿me ha entendido?.

Cuando se acercaba a la cama sus lágrimas rodaron por sus mejillas, su cuerpo, el de ella estaba cubierto por todo tipo de aparatos, la mascarilla le daba ese álito de vida que tienen los enfermos terminales, sus ojos cerrados, su cuerpo consumido, no se parecía al de sus fotos siempre sonriendo, sus manos reposaban a cada lado de la cama, llenos de vias con agujas que le suministraban una batería de medicación y alimentos, acaricio su mano muy despacio, separo un mechón de pelo de su cara, la beso la frente, se acercó a su oído y le dijo

...He tardado algunos años pero ya estoy aquí.










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