MIGUEL CAPITULO VIII
Berta no estaba segura de que eso fuera cierto, pero ella había llevado allí a Pablo con la sana intención de aclarar esa situación que en las pasadas semanas la había traído de cabeza, el saber como narices había llegado su caja hasta ese escaparate.
-Buenos días
-que desean
-vera ¿se acuerda de mi?
-si creo recordar que estuvo hará unas semanas ¿no?
-y se acuerda que le pedí por favor que me dejara ver aquella caja del escaparate,
-ya lo creo, tuve que descalzarme y hacer malabares para poder llegar hasta ella
-y yo se lo agradecí mucho y me lleve, no se si se acordará, esos malditos robot que usted tenia a la venta.
-Y ahora que quieren
-He venido con este amigo...
-Mire señora.....dijo Pablo
-Paula llámame Paula, dijo con voz cantarina
-Mire Paula estábamos interesados en aquella cajita del escaparate, aquella que pone Pabliño
-La que le enseñe a ella
-Esa... querríamos comprarla.
-Es imposible no es nuestra, es parte de los materiales que nos dejan en deposito, hasta el nuevo cambio.
-¿Como?
-Vera nosotros como tantas otras tiendas de la zona, trabajamos con un escaparatista desde hace mas de veinte años el tiene su propia empresa de decoración, es una persona seria y de confianza, empezó ofreciéndonos pequeños trabajos económicos, que con el paso del tiempo observamos que nos reportaba más publico y mas gente en la tienda, y eso mismo hicieron la mayoría de los comerciantes de esta zona.
-Eso sí es un gran profesional y cuando se trata de dar los retoques finales a un nuevo escaparate suele pasarse para ver los resultados.
-Es por eso por lo que no puedo vendérselo, ya se lo dije a ella.
-Pablo y Berta se miraron, vera Paula nosotros tenemos varias tiendas y quizá...claro yo les dejo su teléfono, de todas formas, la semana pasada cuando hable con el, me dijo que hoy a ultima hora tenia que darse una vuelta e igual pasaba por aqui, para cambiar algo.Hagamos una cosa dijo Pablo ve usted aquella pastelería cafetería?
-¿Cual el Rincón de Enriqueta?
-Mire vamos a ir a tomar café, estaremos por allí una hora mas, podria decirle si viene, que tiene unos clientes que que querrían verle.
-no se preocupe, se lo diré.
-una curiosidad le dijo Paula, si no es indiscreción ¿podrían decirme a que tanto interés por esta pequeña caja?
-no se preocupe Paula, si conseguimos arrebatársela de su escaparate, le contaremos la historia.
Unos minutos después ya sentados en la pastelería, Berta le dijo -a que ha venido eso Pablo, ¿el que?, lo de contarle la historia a esta señora, ha sido una forma educada de darle largas.
-Porque me miras así Berta
-que porque te miro ¿así? porque no entiendo porque narices me has ocultado esto hasta hoy.
-porque pensé que quizá si te contaba la verdad, te enfadarías mucho conmigo, a veces hacemos cosas que no tienen más que la razón de ese momento.
Berta y Pablo hablaron durante mas de 30 largos minutos con su taza de café delante y unos bollitos recién hechos que quitaban el sentido, ambos reían y se contaban cosas demostrándose así mismos que la linea entre la amistad y el cariño era muy fina.
De pronto los ojos de Pablo se abrieron con exageración, al ver desde su situación la persona que en este momento atravesaba la puerta, Berta noto los ademanes extraños y se giro, para poder saber que estaba pasando...
En cuestión de segundos Pablo se había levantado como un resorte.
-¿Tu? no me lo puedo creer,-¿que haces aquí?-¿que sorpresa?Ante ellos apareció una tercera persona totalmente conocida para ambos,-¿Miguel? que haces tu aquí,
-dijo Berta
-¿y vosotros?
-te ha llamado Berta ¡Claro¡, porque no me lo habías dicho menuda sorpresa...
-Miguel abrazo y beso a sus amigos con entusiasmo
-No Pablo, Berta y yo no nos vemos por lo menos desde...así... una vez coincidimos por casualidad en una estación de tren, hace por los menos tres o cuatro años.
Se acordaba de aquel encuentro claro que se acordaba, había resultado un poquito incomodo, Miguel la estuvo mirando como si de una aparición se tratase, y respondía a duras penas las preguntas educadas que ella le hizo, quedaron en volverse a ver más tranquilamente, se intercambiaron los teléfonos, pero Berta perdió ese teléfono justo en aquel viaje.
El había sido siempre en aquellos tiempos el mejor amigo de Carlos, y el mejor confidente de Berta, ella en su día le había tenido siempre como su gran amigo, cuando a Berta le pasaba algo el estaba allí, en la sombra, sin intervenir escuchando y mimándola como solo un amigo sabe hacer.
Bueno yo he venido aquí porque me ha dicho Paula, que una pareja quería verme, que estaban interesados por mi trabajo y por mi caja, debería haberlo imaginado !que tonto!
-Como? así que fuiste tu, grito Pablo
-yo...que maldita sea¡¡¡ respondió ácidamente
-Miguel me robaste la caja de Berta y desde entonces ¿la tienes?
-Yo no te quite nada, me la diste tu, recuerdas cuando me pediste ¿que limpiara tu coche? aquel día te pregunte por la caja de cartón que llevabas desde hacía semanas, en el maletero del R-5 y me dijiste...
!quedatela!,
-claro contesto Pablo, porque pensé que tendría unos vinilos viejos que te gustaban y unas gorras.
!Queréis parar ya¡, la gente os esta mirando,
-coge una silla y siéntate con nosotros Miguel obedeció, acerco la silla, la miro con los ojos llenos de ternura, suspiro y le dijo estas igual, tu sonrisa no cambia.
El estuvo siempre detrás de Berta, para apoyarla, para protegerla, para...quererla en silencio, jamas tuvo el valor suficiente para decírselo, ni siquiera cuando ella y Pablo.
En aquellos días él se dedico a pegar sus pedazos y servirle de consuelo, por eso cuando descubrió en aquella caja de cartón la "cajita de Berta", fue como encontrar un gran tesoro, jamás se lo dijo a Pablo, era su secreto, total Pablo no la quiso como él jamás, desde entonces la convirtió en su talismán, tanto era así que le había traído mucha suerte, la caja le daba la oportunidad de volver a ver a Berta, sus sentimientos empezaban aflorar en su interior como si de una burbuja que hubiera estallado se tratase.
-dijo Berta
-¿y vosotros?
-te ha llamado Berta ¡Claro¡, porque no me lo habías dicho menuda sorpresa...
-Miguel abrazo y beso a sus amigos con entusiasmo
-No Pablo, Berta y yo no nos vemos por lo menos desde...así... una vez coincidimos por casualidad en una estación de tren, hace por los menos tres o cuatro años.
Se acordaba de aquel encuentro claro que se acordaba, había resultado un poquito incomodo, Miguel la estuvo mirando como si de una aparición se tratase, y respondía a duras penas las preguntas educadas que ella le hizo, quedaron en volverse a ver más tranquilamente, se intercambiaron los teléfonos, pero Berta perdió ese teléfono justo en aquel viaje.
El había sido siempre en aquellos tiempos el mejor amigo de Carlos, y el mejor confidente de Berta, ella en su día le había tenido siempre como su gran amigo, cuando a Berta le pasaba algo el estaba allí, en la sombra, sin intervenir escuchando y mimándola como solo un amigo sabe hacer.
Bueno yo he venido aquí porque me ha dicho Paula, que una pareja quería verme, que estaban interesados por mi trabajo y por mi caja, debería haberlo imaginado !que tonto!
-Como? así que fuiste tu, grito Pablo
-yo...que maldita sea¡¡¡ respondió ácidamente
-Miguel me robaste la caja de Berta y desde entonces ¿la tienes?
-Yo no te quite nada, me la diste tu, recuerdas cuando me pediste ¿que limpiara tu coche? aquel día te pregunte por la caja de cartón que llevabas desde hacía semanas, en el maletero del R-5 y me dijiste...
!quedatela!,
-claro contesto Pablo, porque pensé que tendría unos vinilos viejos que te gustaban y unas gorras.
!Queréis parar ya¡, la gente os esta mirando,
-coge una silla y siéntate con nosotros Miguel obedeció, acerco la silla, la miro con los ojos llenos de ternura, suspiro y le dijo estas igual, tu sonrisa no cambia.
El estuvo siempre detrás de Berta, para apoyarla, para protegerla, para...quererla en silencio, jamas tuvo el valor suficiente para decírselo, ni siquiera cuando ella y Pablo.
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