EL DESTINO NO ESTA ESCRITO CAP.2
Salimos del mugriento baño sin reformar desde los años 80, donde el inodoro era aun de tanque alto, y un cable a modo de cadena colgaba del lateral, la puerta que en algún momento fue verde, tenía grandes agujeros recubiertos de trozos de papel a modo de bolas para mantener la privacidad, el porta rollos sujeto por un solo tornillo oxidado con su canuto color marrón, el espejo no reflejaba apenas imagen, la mugre se lo impedía, la luz de la bombilla era tenue, y crepitaba con intención de apagarse a la primera de cambio, tuve que recurrir a un fular que llevaba en mi bolso a modo de toalla para secarnos un poco, saque un cepillo para atusarnos, Rosa levanto la cara por primera vez, y por un solo segundo pude confirmar mis sospechas, no dije nada guarde silencio y asentí con la mirada.
Salimos para dirigirnos a la barra, donde el dueño nos aguardaba con sendos cafés y el licor que le habíamos pedido, de malas maneras me miro para decirme, son 5,40 le puse cara de pocos amigos pero no me quedaba otra, le pague, atendí a Rosa conseguí que se tomara unos sorbos del café y el licor casi hasta el final, intuí que no era su primera copa por la soltura con la que se lo bebía.
Bueno le dije ahora me vas a contar.... Por donde quieres que empiece me susurro suspirando, justo en ese momento un hombre de unos 60 años, grueso, de aspecto bondadoso, pelo blanco, mirada limpia, nos dijo: "señoras buenas noches han pedido una grúa", tarde unos segundos en contestar, porque la cara del operario me resultaba familiar, pero enseguida le dije, si claro, ¡esas somos nosotras¡
¿Tiene los papeles del vehículo?, le dije están en la guantera, se los entrego, ¿por favor podría acercarnos a una dirección?, si por supuesto me dijo amable.
Mientras el coche lo cargaba la grúa, yo me acerque a ella estaba apoyada en un árbol en silencio, lo había pensado en la ultima medía hora, iba a ofrecerle mi ayuda y mi casa a una desconocida, pero no podía ser de otra manera, era algo de piel, de genero.
Escucha Rosa ¿tienes algún sitio donde pasar esta noche?, no me dijo, ¿quieres acompañarme?, las lágrimas volvieron a su cara una vez más por esta noche.
Subimos a la grúa, le dí la dirección de mi apartamento y siendo como eran casi las tres de la mañana, tardamos menos de 15 minutos en llegar al portal, me pidió por ultimo la dirección del taller donde quería que llevaran mi coche le di las gracias y le desee que tuviera una noche tranquila.
Rosa se puso a mi lado en el portal mientras yo cansada y distraída buscaba las llaves en mi bolso, se abrazo fuertemente a su cuerpo, apretándose la gabardina volvió a suspirar y me dijo.
Marta soy una mujer con muchos problemas, me dijo de golpe, le miré a los ojos y solo supe decirla, no te preocupes Rosa, tenemos toda la noche para hablarlo si tu quieres.
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