YA NO ME ACUERDO...
No recuerdo el olor de tu cuerpo al dormir cuando te respiraba sin que tu lo notaras, cuando me sonreías al soñarte en voz alta, cuando podía sentir tus ojos sobre mi piel desnuda y dormida.
Apenas si puedo recordar nuestros febriles encuentros, tu ropa esparcida por el salón entre el sofá y el sillón de orejas preludio de un maravilloso comienzo, mi corto kimono rojo provocando tu éxtasis, una eterna combinación que todo lo pudo, yo tus ojos mi mayor deseo y tú las ansias por tenerme.
Tu bolsa negra en el suelo de la habitación presagiando los efímeros encuentros de ida y vuelta, con mis caricias en tu bolsillos y en el reverso.... tu piel que lo decía todo.
No me acuerdo de tus manos y tus brazos en todo mi cuerpo aferrado al mio dándome amor, calor, paz y seguridad, en esa casa que fue nuestro refugio durante un tiempo en cuarenta y ocho horas límite para vivir la cara más bonita del amor y el deseo.
Volver a empezar una y otra vez tras la calma de ese regustillo a calidez a no querer salir de allí nunca, a pensar que ese era nuestro paraíso, reminiscencias de una juventud lujuriosa e intrépida que lo inundaba todo.
Se me olvida como te tocaba en mi mente recorriendo con mi manos tu cuerpo, sin dejar un solo rincón como a ti te gustaba, te besaba en tus labios reclamantes, en tu sonrisa malévola, en tu cuerpo imán.
No recuerdo como mi cuerpo buscaba el tuyo y se movía a espasmos que no controlaba rozando con las yemas todo tu ser, sin poder contenerme, te comía a golpe de besos tempranos en ese maravilloso juego de deseo y pasión, mientras despertabas en mi todo lo que se puede sentir maravillosamente atrapada en las manos de alguien, dejándome llevar hasta notar mis lágrimas resbalar por mi cara sin valorar el peligro de las huellas en mi piel, inventando un mundo de locura para nosotros dentro de aquellas sábanas.
Te pierdo hoy y me pierdo rememorando el ayer con la esperanza de que despierte algún día de este calenturiento sueño.
Y te pienso sonriendo, te cuelas en mi cama como cada noche antes de dormir provocando sin prisas ese regusto a lo conocido, te fijas en mi memoria durante horas, luego despierto y me esfuerzo para que desaparezcas volviendo a mis rutinas.
Ya no me acuerdo...despierta.
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